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Dan a conocer el informe de resultados de la encuesta Experiencias de las comunidades educativas

El informe contiene los primeros meses de la actual contingencia sanitaria (marzo-junio), participaron cerca de 261 mil personas, entre estudiantes, madres y padres de familia, docentes

La Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) publicó hoy el informe de resultados de la encuesta Experiencias de las comunidades educativas durante la contingencia sanitaria por COVID-19. Educación media superior.

En este estudio, efectuado durante los primeros meses de la actual contingencia sanitaria (marzo-junio), participaron cerca de 261 mil personas, entre estudiantes, madres y padres de familia, docentes, directoras y directores de planteles de educación media superior (EMS) de México. Destaca la nutrida participación de las y los jóvenes de este tipo educativo, quienes aportaron 164,604 respuestas.

El propósito de este estudio fue conocer las experiencias educativas de las comunidades de los planteles de EMS y, con ello, aportar información que contribuya al diseño de estrategias para la atención de futuras emergencias, al fortalecimiento del sistema educativo mexicano y a garantizar el pleno cumplimiento del derecho a la educación.

Las respuestas de los integrantes de las comunidades educativas de educación media superior dieron cuenta de los esfuerzos llevados a cabo para continuar con sus actividades de enseñanza, aprendizaje y acompañamiento. De las y los estudiantes que participaron en la encuesta, 96.5% continuaron con sus estudios principalmente a través de la resolución de tareas de forma individual y asistiendo a clases virtuales. Destaca que las y los compañeros de clase y otras amistades fueron quienes los acompañaron o apoyaron en el desarrollo de sus tareas escolares con mayor frecuencia; el acompañamiento parental se enfocó, principalmente, en proveer espacios, recursos y motivación para que ello sucediera.

Más de 90% de docentes y figuras directivas señalaron que en sus planteles desarrollaron estrategias específicas para atender a las y los alumnos. De las maestras y los maestros que participaron, 70.5% impartió clases virtuales, 65% se apoyó en materiales diseñados por ellos mismos y 60% en plataformas a las que tuvieron acceso. De estas últimas, las y los docentes señalaron haber utilizado con mucha frecuencia la plataforma educativa de Google (45.5%), Docentes y Estudiantes en casa (36.3%), y redes y plataformas por campos disciplinares (30%).

Cabe destacar que, en los planteles de EMS que tuvieron la posibilidad de hacerlo, el personal educativo dividió las tareas por funciones: las y los docentes se enfocaron en la labor de sus asignaturas; el personal de orientación y asesoría mantuvo el vínculo y la comunicación con estudiantes, en particular con aquellos que no participaron regularmente en las actividades académicas. Por su parte, las figuras directivas informaban, coordinaban y supervisaban las actividades.

Las y los jóvenes de educación media superior tuvieron mayor acceso a la telefonía celular que en educación básica (87.4% de estudiantes tenían un celular sólo para ellos) y ese fue el principal medio que utilizaron para mantener la comunicación con sus docentes (77.2% se apoyó en mensajería instantánea). Sin embargo, únicamente la mitad mencionó tener en casa una computadora o libros de consulta para realizar sus tareas.

Las y los docentes señalaron las dificultades que tuvieron algunos jóvenes para continuar participando en la educación, sobre todo aquellos en situación de mayor vulnerabilidad. Dos terceras partes de las maestras y los maestros de planteles ubicados en municipios de muy alta marginación señalaron que algunos de sus estudiantes no tuvieron acceso a las estrategias de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que no tenían dispositivos electrónicos o que no sabían cómo utilizar las estrategias.

La educación a distancia implicó incrementos en tiempo y recursos económicos invertidos para realizarla. Además, para docentes y figuras directivas fue difícil o muy difícil distribuir el tiempo entre sus actividades profesionales y las del hogar: así lo expresaron 57% de directoras y directores, y siete de cada 10 maestras y maestros.

Estos cambios también se vieron reflejados en el estado emocional de las y los integrantes de las comunidades educativas: alrededor de la mitad de las y los docentes y estudiantes se sintieron sobrecargados de actividades, esa misma proporción de docentes y más de 60% de estudiantes sintió tensión o nerviosismo por las actividades que tenían que realizar. Las y los jóvenes expresaron un malestar mayor, pues algunos de ellos dieron cuenta de alteraciones importantes: desde frustración por no comprender las actividades o por percibir que no estaban aprendiendo, hasta estados de ánimo que afectaban su alimentación y sueño.

Las profesoras y los profesores de EMS señalaron como principales dificultades: atender a estudiantes con alguna condición de vulnerabilidad (64.9%) y retroalimentar a sus alumnas y alumnos (57.2%). Asimismo, 64.7% señaló la falta de motivación de las y los jóvenes por participar en las actividades a distancia como uno de los factores que dificultaron sus labores.

Cerca de la mitad de las y los estudiantes encontraron dificultades para entender las tareas que les eran encargadas, para terminarlas, para conseguir apoyo de sus docentes cuando se sentían mal o para encontrar a alguien que pudiera resolver sus dudas. Alrededor de 40% también encontraron dificultades para participar en las actividades virtuales, para encontrar los materiales que les solicitaban y para comunicarse con sus docentes. Cabe destacar que, de acuerdo con maestras y maestros, hubo algunos estudiantes que quedaron excluidos de las actividades educativas. Las y los docentes señalaron que la principal razón fue la falta de acceso a internet (91.4%), de dispositivos tecnológicos (81.3%) y de recursos económicos (78.8%).

Por otra parte, sólo 36.7% de estudiantes de EMS señaló haber obtenido conocimientos nuevos sobre sus materias y 35.8% afirmó haber reforzado conocimientos previos. Asimismo, 68.5% indicó haber aprendido nuevas aplicaciones y plataformas informáticas y 59.7% haber adquirido aprendizajes extraescolares nuevos.

Finalmente, se indagó por las opiniones de estudiantes con respecto al regreso a clases, tema de especial interés cuando se reconoce que la educación media superior es la que presenta el mayor porcentaje de abandono. La mayoría de las y los jóvenes expresó que sí tenía pensado volver, aunque 13.1% no lo había decidido y 4.5% señaló que no lo haría. Entre las razones para no volver a clases presenciales estaban el miedo al contagio y la incertidumbre por la pandemia; con respecto a las clases a distancia refirieron experiencias y resultados insatisfactorios e, independientemente de la modalidad, hubo jóvenes que indicaron que se integrarían al mercado laboral u otras actividades para apoyar la economía de sus hogares.

Si bien los esfuerzos realizados por la sociedad y el gobierno han sido adecuados, los resultados de esta encuesta señalan la necesidad de redoblar las acciones para fortalecer al sistema educativo y sus comunidades escolares, buscando no solo dar respuesta a la contingencia sanitaria sino desarrollar estrategias de recuperación, prepararse para enfrentar futuras situaciones de emergencia y construir nuevos escenarios orientados a garantizar el derecho a la educación de todas las y los jóvenes del país.

En el informe también se dan a conocer diversas propuestas para atender necesidades en el presente ciclo escolar en la modalidad a distancia y en el escenario del próximo regreso a clases presenciales o en una modalidad híbrida.

Estas sugerencias se presentan en cuatro ámbitos estratégicos: Acceso y permanencia, Calidad de los aprendizajes, Bienestar educativo, y Gobernanza del sistema educativo. Estas propuestas son congruentes con las Líneas de Política Pública para la Educación Media Superior consideradas por el gobierno federal como estrategia de atención a este tipo educativo.

En materia de Acceso y permanencia, Mejoredu propone crear estrategias de atención diferenciada que consideren las principales desigualdades de las y los estudiantes y sus familias. Esto comprende desarrollar acciones específicas para recuperar a estudiantes que no han podido participar del aprendizaje a distancia y apoyar en lo económico, académico y emocional a quienes están en riesgo de dejar la escuela; diseñar actividades de aprendizaje a distancia específicas para estudiantes que no tienen acceso a internet, televisión o radio. Asimismo, plantea fortalecer gradualmente las capacidades de los planteles para que funcionen como centros de comunicación, intercambio de información y conexión en futuras situaciones de emergencia.

En el rubro de Calidad de los aprendizajes, sugiere establecer un currículo de emergencia que sea flexible, basado en la priorización de contenidos y con una adecuada dosificación de la carga de trabajo para las y los estudiantes y la valoración de los saberes extraescolares. La calidad de los aprendizajes también implica ofrecer al personal docente y directivo formación pertinente y de calidad para situaciones de emergencia y de educación a distancia, y desarrollar estrategias específicas que apoyen la comunicación, la retroalimentación y la orientación de las actividades educativas, así como diseñar estrategias para el desarrollo del aprendizaje colaborativo y autónomo.

Asimismo, refiere fortalecer las capacidades de acompañamiento de las familias en los procesos educativos de sus hijas e hijos, en la medida de sus posibilidades y alcances. A mediano plazo habrá que diseñar e implementar estrategias de reforzamiento y recuperación de los aprendizajes, y planear esquemas educativos híbridos con el fin de preparar al sistema educativo para un regreso paulatino a las aulas y para futuras situaciones similares a la actual.

En el ámbito de Bienestar educativo propone: impulsar el fortalecimiento de los vínculos afectivos de las comunidades educativas; brindar acompañamiento emocional, en particular a estudiantes; procurar el balance de los distintos aspectos de la vida de las y los actores educativos; y disminuir las cargas de trabajo administrativas o no pedagógicas a directores y docentes durante la educación a distancia. También señala la necesidad de proteger la integridad y la salud física de las y los actores educativos mediante protocolos, orientaciones y fortalecimiento de las condiciones materiales de los planteles.

En materia de Gobernanza institucional del sistema educativo, Mejoredu sugiere fortalecer los mecanismos de cooperación y coordinación entre la federación y los estados, así como entre los diversos subsistemas de EMS, para mejorar la eficacia de las acciones educativas en función de los contextos locales; ampliar la vinculación intersectorial para generar mecanismos integrales de apoyo a las poblaciones en mayor desventaja social y educativa, así como impulsar y reforzar los mecanismos de cooperación con organizaciones de la sociedad civil para fortalecer las capacidades de las comunidades escolares y apoyar las iniciativas gubernamentales. En particular, se señala el reconocimiento y apoyo a iniciativas locales que atiendan necesidades educativas y sociales prioritarias, y fortalecer las capacidades locales para promover una mayor participación de los colectivos escolares en la generación de respuestas a los retos emergentes.

Próximamente, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación publicará tres estudios adicionales: uno con visión comparada internacional, otro centrado en lo que realizaron las autoridades educativas locales del país, y otro sobre experiencias y perspectivas de las comunidades escolares en confinamiento. Junto con este estudio y el correspondiente a educación básica publicado en noviembre pasado, esta serie de trabajos de investigación están orientados a conformar una memoria documentada del estado de la educación durante la contingencia sanitaria por COVID-19, que servirá de base para orientar las decisiones de mejora del Sistema Educativo Nacional. 

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