La bioserie “Sin querer queriendo” revela la historia de Graciela Fernández, la mujer que estuvo junto a Roberto Gómez Bolaños antes de la fama, el Chapulín y Florinda Meza.
La reciente serie Sin querer queriendo, disponible en Max streaming Latinoamérica, ha encendido la conversación pública no solo por retratar el lado humano de Chespirito, sino por revivir la historia de Graciela Fernández, la primera esposa de Roberto Gómez Bolaños, casi olvidada por el gran público. Su figura, discreta pero clave en los inicios del comediante, cobra fuerza como parte fundamental en el legado de Chespirito.
Graciela, la mujer antes de Florinda
Antes de que existiera el icónico romance con Florinda Meza, hubo una mujer que acompañó a Gómez Bolaños durante los años más difíciles y formativos de su vida: Graciela Fernández. Se conocieron cuando ella tenía apenas 15 años y él 22. Su relación comenzó en la colonia Del Valle y se formalizó con un matrimonio que duraría más de dos décadas y del cual nacieron seis hijos.
Entre ellos está Roberto Gómez Fernández, actual productor de la bioserie Chespirito, quien decidió incluir a su madre en la narrativa como una pieza esencial del hombre detrás de Chespirito. En palabras del productor: “Sin ella, mi padre no habría tenido el impulso inicial para convertirse en lo que fue”.
Un matrimonio marcado por sacrificios
Durante años, Graciela fue más que una esposa: fue compañera de viajes, consejera y apoyo emocional del joven escritor que aún soñaba con la fama. Estuvo presente en la creación de los primeros sketches, cuando El Chavo del Ocho y El Chapulín Colorado aún no existían. Su infancia compartida con Gómez Bolaños y su rol en los inicios de su carrera como guionista son aspectos destacados en la serie biográfica dirigida por David Ruiz y Julián de Tavira.
Aunque la pareja se separó oficialmente a finales de los años 80, su vínculo con Gómez Bolaños dejó una huella permanente en su vida personal y profesional.
El dilema del olvido: ¿por qué nadie hablaba de ella?
Durante décadas, Graciela Fernández fue silenciada en la narrativa pública. La poderosa figura de Florinda Meza y el mito de Chespirito la desplazaron, dejándola fuera del foco mediático. Pero la serie Sin querer queriendo cambia esa perspectiva, mostrándola como una mujer real, con conflictos y emociones, que fue testigo directo de la transformación del hombre común en un ícono continental.
Un homenaje sin filtros
La interpretación de Graciela en la serie es conmovedora y da equilibrio a un relato lleno de humor y drama, mostrando que detrás del personaje siempre hubo una historia de amor, ruptura y silencios. Pablo Cruz Guerrero, como Gómez Bolaños, logra transmitir esa dualidad emocional que vivió al separarse de la madre de sus hijos.
La serie también muestra los conflictos personales que surgieron con la llegada de Florinda Meza al elenco, plantando las semillas del conocido triángulo emocional Meza–Segoviano–Chespirito, otro elemento polémico que la bioserie no evade.
Sin querer queriendo no es solo un homenaje al creador del Chavo, sino una revisión crítica del hombre que fue, de sus aciertos y contradicciones. Y sobre todo, una reivindicación de Graciela Fernández, la mujer que lo amó antes de que el mundo entero lo hiciera.