El ex boxeador Julio César Chávez conmueve en Durango: “Hazlo por tus hijos… y por mí”

La leyenda del boxeo mexicano, Julio César Chávez, compartió en Durango una charla “Sueños de un Campeón“, cruda y profundamente emotiva. Ante cientos de asistentes, el ex campeón mundial no solo habló de su carrera en el ring, sino de las batallas más duras que libró fuera de él: sus adicciones, los miedos que lo paralizaron y la convicción que, en sus palabras, lo salvó.

“Estaba muy cansado, pero esas palabras me hicieron reaccionar. Y salí, ¿me entiendes? Salí con la convicción…”, recordó Chávez, al revivir un momento decisivo. La voz temblorosa y cargada de emociones dejó entrever las cicatrices invisibles de quien alguna vez fue el invencible del cuadrilátero.

Contó, sin filtros, la escena que lo marcó: “No sabía si iba a lo que era, se lo juro por Dios. Pero salí con esa confianza que me había dado él. Que todavía tenía una posibilidad. Y cuando me dice: hazlo por mí, hazlo por tus hijos… Y por mí, qué cabrón de mi corazón. ¿Me entiendes?”

La anécdota, vivida en plena crisis personal, lo transportó a una de sus peleas más recordadas. Faltaban apenas 14 segundos. La tensión era asfixiante. “Fue algo memorable, increíble”, dijo. “Lo bloqueo, gracias a Dios. Y él se fue al hospital. Y a mí me querían llevar porque yo quería vomitar, desmayarme…”

Relató con tono entre nostálgico y humorístico cómo, tras el combate, pidió quedarse en el cuarto. “Dejaron una caguama bien helada ahí… No lo digo para que lo hagan ustedes, ¿eh?”, advirtió, provocando risas entre los presentes. “Y como ya me recuperé… salí con el caguaboya y dije: ahora sí voy a vomitar, cabrón.”

El Estadio Azteca fue otro hito imborrable en su carrera. “Imagínense pelear ante 136 mil personas. Fue algo histórico”, dijo con orgullo. “Cuando me dijeron: vas a pelear en el Azteca, les dije: estás pequeño, amigo… ¿cómo lo voy a llenar?”

Contó también sobre sus rivales, muchos de ellos ya fallecidos. “Siete se han muerto… Dios mío.” Y recordó con especial enojo a uno: “Cómo me ofendió ese cabrón… La gente gritaba: que lo maten, que lo maten… Yo salí bien encabronado a arrancarle la cabeza, y lo tuve en el primer round.”

La charla, titulada Sueños de un campeón, terminó con un mensaje directo a la juventud: “Esto ha sido a base de esfuerzo, de dedicación, de perseverancia. Siempre tuve la dicha de tener el apoyo de mi madre. Para mí, siempre ha sido inspiración… y lo sigue siendo.”

Julio César Chávez no se limitó a hablar del pugilismo. En Durango, abrió el corazón para contar cómo peleó por su vida. Y cómo, contra todo pronóstico, venció.

Récord profesional