La Corte Suprema de Estados Unidos ha dado la razón a Google, Twitter y Facebook en dos casos relacionados con el terrorismo y la responsabilidad de las empresas tecnológicas sobre el contenido que publican los usuarios. Los jueces han rechazado que las plataformas puedan ser demandadas por ayudar a los terroristas a difundir sus mensajes y reclutar gente, y han mantenido el blindaje que les otorga la Sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones.
Uno de los casos se refiere a la demanda de la familia de Nohemí González, una estudiante estadounidense que murió en el atentado contra la discoteca Reina de Estambul en 2016. Los demandantes acusaban a Google, Twitter y Facebook de cooperar con el grupo Estado Islámico al permitir que usara sus plataformas para propagar su ideología y planificar sus ataques. Sin embargo, el Supremo ha considerado que no hay pruebas suficientes de que las empresas prestaran una asistencia sustancial y consciente a los terroristas.
El otro caso se refiere a la demanda de los familiares de otras víctimas del terrorismo en Francia y Turquía, que también señalaban a Google, a través de YouTube, y a Twitter como cómplices de los extremistas. En este caso, el Supremo ha remitido el asunto a los tribunales inferiores para que sigan el mismo criterio que en el caso anterior.
Estas decisiones suponen un respiro para las tecnológicas, que han defendido que la Sección 230 es esencial para el desarrollo del internet moderno y para eliminar los contenidos dañinos. Sin embargo, también han generado críticas por parte de quienes consideran que las empresas no hacen lo suficiente para moderar lo que se publica en sus redes y que deberían ser más responsables por las consecuencias de sus algoritmos de recomendación.